miércoles, 3 de julio de 2013

Lo detesto, lo extraño, quiero verlo.

Cada vez lo extraño más. Eso es lo peor de todo: aún con toda mi rabia, lo extraño. Lo extraño con rabia, con odio, con rencor, pero igual lo extraño.
Todos los días lo pienso y me acuerdo de las cosas que hacíamos. Se me hace imposible no pensar en él. Lo único que hago es pensar. Viajo, y lo pienso. Como, y lo píenso. "Duermo", y lo pienso. Estoy con mis amigas y, de a ratitos, lo pienso. 
Y siempre me pregunto qué estará haciendo ahora. Le pasaré por su cabeza? Cuando se duerme, se acordará de mí? Habrá borrado mi celular? A veces me agarra por mandarle un msj como si no hubiese pasado nada. Qué pasaría si le mando un msj como si nada? Uno de esos en los que le contaba las boludeces patéticas que me pasaban en el colectivo... o las cosas cotidianas que causaban gracia. Le contaba tantas boludeces... ahora las boludeces que le observo a la gente no se las puedo contar a nadie porque a él solo le intersaban (o al menos eso pienso). 
Algún día me "desadmitirá" del Facebook-chat? La familia no le preguntará qué fue de mí? Qué hace cuanto tiene ganas de garchar? Siempre elogiaba mi cuerpo. No está sofocado con el trabajo? O nunca me soportó? Nunca me quiso? Tengo tantas preguntas que me encantaría hacerle.

De repente veo a todos felices. Todos de novios. Todos "in love". Argh... los odio. 

No hay comentarios: